Por:
Ángel Ordóñez
El
juego es una actividad innata, universal, atemporal y propia de la infancia que
sigue a la vida del ser humano en sus diferentes etapas evolutivas. Pero a
diferencia de los adultos, para quienes se identifica claramente cuando están
jugando y cuando no, los niños y niñas viven su evolución como un juego en sí
misma.
Es
por ello que nuestro acercamiento como educadores será a través del juego. El
juego infantil constituye la acción en la que el niño o niña satisface su
necesidad de aprender.
Hay
grandes estudios de refutados investigadores como Freud o Piaget que relacionan
el juego con el desarrollo y aprendizaje del niño, pero en esta ocasión queremos
detenernos en un tipo de juego muy concreto, moderno, en creciente desarrollo y
expansión y que ha venido a cambiar los esquemas tradicionales del juego. Se
trata de los videojuegos, cada
día más consumidos por los niños y a edades más tempranas.
Muchos
son los especialistas de la salud que advierten sobre los efectos negativos de
pasar largas horas sentados frente a la pantalla del ordenador o de la
televisión, aislados de la realidad. Sin embargo, otros especialistas destacan
que los videojuegos también pueden ayudar a los niños en su desarrollo
intelectual y emocional en un mundo cada vez más virtual, marcado por el uso de
las nuevas tecnologías, en el que los futuros docentes debemos estar en
continuo reciclaje y actualización.
- RIESGOS:
Se
ha hablado mucho de los riesgos y los efectos
negativos de los videojuegos sobre el desarrollo de los niños, hasta el
punto de que ha llegado a verse como una amenaza para su salud. Todo reside en
el uso, o más bien abuso (si hablamos de problemas), que se haga de ellos.
Entre los principales riesgos de los videojuegos para los niños está el
sedentarismo (puede propiciar la aparición de la obesidad) y el aislamiento
social y la soledad (necesitamos relacionarnos por naturaleza. Los videojuegos pueden
aislarnos del mundo exterior y nos atrapan en una realidad virtual. Los niños
cada vez juegan menos con sus homólogos en el parque). Esto puede desembocar
igualmente en problemas de empatía, depresión e incluso estrés. Para evitar
estas situaciones hay que limitar las horas de juego y fomentar la actividad
extraescolar deportiva o cultural, la interacción social con iguales.
- BENEFICIOS:
Cada
día es mayor la demanda para introducir las nuevas tecnologías en las aulas,
desde primaria hasta el fin de la escolarización, y algunas voces se atreven
incluso a hablar de los beneficios de los videojuegos para el desarrollo intelectual
y emocional de los niños. Marc Prensky, por ejemplo, afirma que la falta de
atención de algunos niños en la escuela podría deberse a que los métodos
educativos empleados no consiguen más que desmotivar a los niños, a quienes les
resultan quizá demasiado ajenos, como si fueran de otra época.
Por
tanto, entre los beneficios
de los videojuegos, muchos estudiosos señalan que cumplen la función
primordial de divertir, adecuan a los niños a la nuevas formas de interacción y
comunicación que rigen el mundo hoy y que lo harán aún más determinantemente en
el futuro (los prepara en el uso de las nuevas tecnologías y la actualización
desde pequeños), permiten a los niños correr riesgos cuyas consecuencias sólo
se dejan notar en el juego (ayuda a la toma de decisiones), los videojuegos de
hoy se parecen mucho más a los libros de lo que parece (la historia de
desarrolla conforme el jugador va superando las pantallas, comprometiéndole
hasta el desenlace, como en los libros), hace al niño más activo (los niños
aprenden a perder antes que a ganar y a no frustrarse si quieren lograr sus objetivos),
y, además, les enseña a ser tenaces para alcanzar sus metas u objetivos.
Además,
hay personas como Dafne
Bavelier que van incluso más allá e indican que los videojuegos “permiten a
sus adeptos mejorar ciertas habilidades relacionadas con su cerebro y
percepción, como en la agudeza visual o la capacidad de prestar atención”, lo
que conlleva que los niños que juegan a videojuegos logren mejores resultados
académicos que los que no lo hacen. En este sentido, en un futuro cercano los
videojuegos podrían ser una herramienta clave con fines educativos.
Por
tanto, parafraseando a la neurocientífica Dafne Bavelier, podríamos resumir
todo lo explicado señalando que “el efecto de los videojuegos en el cerebro es
parecido al del vino en la salud, hay que elegir bien y con moderación".
Así, los futuros docentes de primaria no pueden simplificar y añadirle la
etiqueta de enemigo a una herramienta que bien regulada y utilizada con
moderación y razonamiento puede ser útil en la estimulación de los cerebros de
nuestros jóvenes alumnos y en la familiarización de éstos con las nuevas
tecnologías que configuran nuestra existencia.
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